Proclamada como uno de los pueblos más bonitos de España, esta villa cuya historia se remonta al siglo XI ha conservado mucho de su encanto medieval.
Situada en Huesca en la confluencia de los ríos Cinca y Ara y entre el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el Parque natural de la Sierra y los Cañones de Guara y el Parque Natural Posets-Maladeta que la convierte en una importante encrucijada dentro del Pireneo central para excursionistas y alpinistas.
Unos pocos kilómetros al norte el Peña Montañesa se eleva por encima del pueblo, creando un espectacular telón de fondo, cubriendo la vista a los Pirineo Aragonés.
Entramos a Ainsa por la zona moderna y comercial desde la N-260. La única forma de llegar en transporte público a Aínsa, es en autobús (Avanzabus) desde Huesca o desde Barcelona, pasando antes por Barbastro.
Nosotros fuimos en coche y lo dejamos en el parking público entrando al pueblo (hay otro parking más arriba en el castillo de Aínsa). Después de dar una pequeña vuelta por la zona moderna de Ainsa, subimos la c/de Abajo (así es el nombre de la calle) hasta el Portal de Afuera, una de las puertas del segundo recinto amurallado de Aínsa, que nos lleva al histórico núcleo, declarado Conjunto Histórico Artístico.
Caminando por la Calle Mayor con sus antiguas casas de piedra con ventanas enrejadas de hierro forjado y pequeños balcones con jardineras, llegamos a la Plaza Mayor. La Plaza Mayor está considerada una de las plazas medievales más bonitas de España, presedida por el edificio del ayuntamiento y flanqueada por dos lados por soportales románicas que albergan cafés y restaurantes que invitan a tomar una cerveza.
Al norte de la plaza encontramos la iglesia románica de Santa María con su torre que domina todo el pueblo.
La Plaza Mayor se abre al oeste al Castillo de Ainsa, una obra de varios siglos que conserva muy pocos elementos del original edificio románico. En la Plaza del Castillo se encuentra el monumento de los fueros del Sobrarbe, que representa que la voluntad de los súbditos debía ser respetada por los reyes, y que esa era la esencia del Reino aragonés. según distintas versiones esto era un recordatorio que obligaba a los reyes aragoneses a cumplirla antes de ser elegidos.
«Primero fueron leyes y luego reyes.»
El gran patio de armas del castillo está rodeado por un conjunto amurallado, llegando a alcanzar en algunos puntos los 14 metros de altura desde donde tenemos una bonita vista a Aínsa y su Plaza Mayor.
A la vuelta paramos en el mirador cruzando por el Arco del Hospital, para disfrutar de más vistas sobre El Valle del Cinca hasta la Peña Montañesa.
Estas son unas perspectivas distintas de un mismo rincón de la zona del mirador, un rincón que te puede poner a soñar con solo mirar su bella arquitectura.
Caminando por la Calle Santa Cruz volvemos otra vez al Portal de Afuera que nos lleva de regreso al Aínsa moderno.